“Conviértanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1,15)
La Cuaresma es el tiempo de preparación que la Iglesia reserva, previo al gran acontecimiento de la muerte y Resurrección de Nuestro Señor. Estos 40 días son el recordatorio de que la aceptación del mensaje cristiano debe involucrar un cambio en nuestra vida, al que llamamos “conversión”. Ese cambio está marcado por un esfuerzo de “tener entre nosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Fil.2,5), de tal manera que queramos lo que Cristo quiso y rechacemos lo que Él rechazó. Ese propósito es aquel con el que empezamos la Cuaresma el día miércoles de ceniza.
Es un propósito personal, pero que no deja de ser un Don de Dios, y que nos lleva a “recordar que somos polvo y en polvo nos convertiremos”. Son palabras que apuntan a nuestro origen: Fuimos formados del polvo de la tierra por las manos de Dios (Gn.2,7); pero, también apuntan a nuestro destino en este mundo: la vida terrena se acaba, más tarde o más temprano, pero se acaba. Eso nos lleva a darle un carácter de urgencia a lo que hacemos con nuestra vida. Dicho de otro modo: “recuerda que el tiempo es poco y es necesario dar frutos para la Vida eterna”.
Esta conversión no es sólo un momento en la Cuaresma, ni tampoco es sólo una bonita decisión a tomar, es el trabajo de toda la vida. De tal manera que podamos, con la ayuda de Dios, imprimir este deseo de pensar y obrar en todo como a Dios le agrada. Es así que la Cuaresma es un tiempo óptimo para orar con más insistencia; acercarnos al Sacramento de la Confesión; tener actos de caridad (amor) sincera con los demás, como perdonar, compartir nuestros bienes con los necesitados, visitar a amigos o familiares que hemos dejado de frecuentar; es tiempo de volver a leer los Evangelios en la Biblia para conocer la forma de actuar del Señor y su amor por nosotros; es la oportunidad de fortalecer el espíritu y no solo los apetitos del cuerpo, porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne (Gal.5,17).
El tiempo cuaresmal nos da la oportunidad de tomar conciencia que el servicio a la Patria es tremendamente concreto, servimos a personas. Conscientes de ello, podemos ser muy gratos a Dios, si con alegría y sin desanimarnos, ofrecemos nuestros mejores esfuerzos a Dios en el Servicio a los hermanos. Pues, “el que ama a su prójimo ha cumplido toda la Ley” (Rm.13,8).
Avda. Los Leones N° 73 - Providencia - Santiago de Chile
Fonos: 22231 0870 - 22231 0872